Como Realizar Un Anexo De Contrato?

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Como Realizar Un Anexo De Contrato
Cómo se hace un anexo de contrato laboral El anexo de contrato debe cumplir con los mismos parámetros que el contrato laboral original. Debe contener los datos tanto del empleador como del trabajador, especificar detalladamente las nuevas pautas de la relación de trabajo y contar con ambas firmas.
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¿Cómo se empieza un anexo?

General Cada uno de los anexos debe iinsertarse en una página diferente. Al inicio de la hoja se coloca la palabra ‘Anexo’ acompañada de la numeración y título correspondiente.

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Estilo de fuente: negrita Fuente: Times New Roman Tamaño de fuente: 16 puntos Alineación: centrado

Título central ▼ Los anexos son elementos opcionales dentro del Trabajo de investigación, son materiales complementarios, relevantes pero demasiado extensos para ser incluidos en el cuerpo del documento. Antes de incluir cada uno de ellos, una hoja independiente d eberá contener la palabra ‘Anexo’ con las siguientes características:

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Alineación: centrado Fuente: Times New Roman, mayúsculas Tamaño de fuente: 20 puntos Espaciado superior:

Índice de Anexos ▼ La inclusión de anexos involucra la generación de un índice de Anexos y deberá estar ubicado antes de la introducción. ( Véase la plantilla N°6 )

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Alineación: izquierda Fuente: Times New Roman Interlineado: 1,5 Tamaño de fuente: 12 puntos

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¿Cómo hacer un anexo de contrato indefinido?

Cómo se hace un anexo de contrato laboral El anexo de contrato debe cumplir con los mismos parámetros que el contrato laboral original. Debe contener los datos tanto del empleador como del trabajador, especificar detalladamente las nuevas pautas de la relación de trabajo y contar con ambas firmas.
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¿Qué va antes de la introducción?

Antes de la introducción, la única cosa que el lector conoce es el título, o sea, la promesa de que tu contenido puede enseñarle algo. Por esa razón, la introducción es imprescindible para garantizar que tu texto sea leído hasta el final.
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¿Cómo paginar los anexos?

Si sólo hay un anexo o apéndice deberemos denominarlo EL ANEXO o EL APÉNDICE. Si aparece más de uno, entonces se numerarán detrás de la palabra ANEXO. De la siguiente manera: ANEXO 2. Y aún es más, detrás del punto aparecerá el título de ese anexo.
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¿Qué tan bueno es un anexo?

“Anexos” para adictos, “basurero social” Edith Meneses* La sociedad envía mensajes contradictorios: por un lado, consiente el cine comercial y la televisión que exaltan la adrenalina y el furor que causan el alcohol y las drogas (principalmente las sintéticas, asociadas a una vida de acción y emociones fuertes); y por otro lado reprueba las consecuencias públicas y privadas de su uso y abuso.

La sociedad achaca al adicto ser la causa del drama de sus familias y del crimen, pues con el consumo de drogas se asocia la pérdida de valores fundamentales para el respeto de las leyes. Estas ideas que están presentes en el imaginario social se vuelven patentes en las legislaciones gubernamentales donde el trato hacia los adictos está tamizado en dos vertientes tratadas a conveniencia: una de salud y otra de estigmatización social.

En México el tema de las adicciones a sustancias sicoactivas (incluyendo el alcohol) es un problema de salud pública y de salud social grave, fuertemente imbricado que afecta a amplios sectores de la población. Las políticas de salud en materia de adiciones son principalmente preventivas (la Secretaría de Salud ni siquiera cuenta con centros de atención integrales contra las adicciones propiedad del Estado, sino que basa su esfuerzo en una serie de medidas preventivas tales como campañas, asesorías, cursos de capacitación y una serie de acciones dirigidas hacia grupos civiles que trabajan a favor de personas con adicciones) y actúan bajo un esquema que delega la atención y la rehabilitación de personas con este problema a ciertas instituciones de la sociedad civil.

El tema es importante en la medida en que el Estado no se ha tomado la molestia de dotar de infraestructura a las diversas dependencias encargadas de la salud pública y de responsabilidad social; es síntoma de la discriminación estructural contra grupos que están al margen del acceso efectivo a derechos tan básicos como la salud.

Ante estos vacíos, la iniciativa privada ha remplazado al Estado para palear el flagelo mediante centros de rehabilitación supuestamente “regulados” por la Norma Oficial Mexicana 028 SSA2-2009, cuyo supuesto principal objetivo es “la reinserción social mediante la promoción de un mejor estilo de vida”.

Estos centros pueden ser profesionales (las principales instituciones profesionales en México debidamente acreditadas por la Secretaría de Salud y accesibles para las clases bajas son asociaciones civiles privadas que fungen como un órgano descentralizado de la dependencia y cobran una cuota por día de acuerdo con un examen socioeconómico que se le aplica a la familia y al paciente), con personal médico, sicológico y/o siquiátrico capacitado; no profesionales, con grupos de ayuda mutua; o mixtos.

Y todos pueden ofrecer tratamientos deambulatorios y/o de hospitalización (residenciales). Según la norma oficial, el ingreso y permanencia en estos centros de rehabilitación debe ser voluntario y en plena garantía del respeto a los derechos humanos, aunque también prevé el ingreso involuntario u obligado bajo prescripción médica y a solicitud de la autoridad competente y aviso obligado al Ministerio Público; a excepción de los centros de ayuda mutua, donde el ingreso y permanencia debe ser estrictamente voluntario (punto 5.3 y siguientes).

  1. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado alarmantemente el número de centros clandestinos.
  2. Éstos, más conocidos como granjas o anexos, no cuentan con los estándares mínimos de operatividad y existen marginalmente, pese al conocimiento documentado de las autoridades, como sitios de confinamiento a petición personal o familiar.
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Las familias firman un supuesto acuerdo de conformidad para ingresar al adicto, pero es ilegal. Las familias, desesperadas y hartas de los problemas, recurren a centros de reclusión que ofrecen la “rehabilitación” del familiar, pero cuyo método es velada o abiertamente denigrante.

  1. Violencia, maltrato e injusticia es la orden del día.
  2. Nadie sabe cuántos han muerto en un anexo, pero la familia te mete allí porque cree que es lo mejor para ti o porque ya no te soporta; te dice que tienes que aprender por las buenas o por las malas”, dice un individuo que narra su experiencia.
  3. Las personas que son ingresadas a estos centros algunas veces lo hacen voluntariamente pero, en la mayoría de los casos, lo hacen contra su voluntad, bajo coacción familiar.

Una vez en las granjas, los internos son sometidos a una nueva disciplina a través de insultos, golpes y malos tratos; en condiciones de hacinamiento, falta de higiene, latencia de enfermedades contagiosas, promiscuidad y, a veces, hasta explotación laboral.

Los anexos son llanamente centros de reclusión, donde se trata de encausar el comportamiento con métodos duros y el castigo físico es la norma. Dicen que son sucursales del infierno, Los adictos son sustraídos de sus vidas cotidianas, son encerrados contra su voluntad y de su comportamiento depende la benevolencia del “método de rehabilitación”.

En ocasiones se les niega el alimento o son golpeados, empapados con agua fría en la madrugada, humillados y sometidos a un régimen moral que les enseña que son malas personas. Muchas veces permanecen incomunicados y no se les permiten visitas. Este método, lejos de atenderlos como enfermos, los juzga como personas culpables de causar sufrimiento y ser una carga para la sociedad; les enseña que la sociedad los desprecia por lo que son y que la única manera de sobrevivir es el sometimiento.

  • El sometimiento continuo rompe con el amor propio y la confianza en sí mismo, hasta con la propia identidad y autonomía como sujeto.
  • Esta dinámica ha llevado a muchos al intento de fuga y a algunos incluso al suicidio.
  • Por ello también quien logra “rehabilitarse” depende tanto del grupo o de la religión, de cuya fe saca el valor del arrepentimiento, con lo que refuerza el estigma social de que se es mala persona.

Así, el anexo no es otra cosa que un basurero social donde se nulifica al individuo. Es revelador el siguiente testimonio: “Es lo peor que te puede pasar. No me siento más rehabilitado, sólo me siento humillado. Ya no puedo lograr mis objetivos, tengo miedo de todo porque te dicen que si abandonas la mecánica tienes cuatro destinos: recaer, la cárcel, el manicomio o ¡la tumba! Estoy harto de vivir así, mi vida no me gusta para nada; me es difícil no sentirme mal por lo que soy, por lo que tuve que vivir; me cambió completamente la vida al tener que depender del puto grupo ¡y no quiero!”.

  1. El anexo, descuidado e impune, se construye bajo una falsa promesa de rehabilitación que oculta lo que realmente es: el lugar donde se esconde lo que la sociedad considera la basura social; lejos de la mirada de su doble moral.
  2. Esa moral que so pretexto de rehabilitar-sanar, en realidad castiga y deja una marca destructiva e indeleble en la persona que ahí se “atiende”.

*Responsable de Enlace y Comunicación de la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh) Fuente: Contralínea 351 / 9 al 15 septiembre de 2013 : “Anexos” para adictos, “basurero social”
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¿Cuánto cobran por anexar a una persona?

Tratamiento de las adicciones en México queda en manos de grupos civiles

  • Ante la falta de servicios en el sistema de salud pública para el tratamiento de las adicciones, la sociedad civil ha buscado la forma de atender a las miles de personas adictas que hay en México.
  • Es el caso de Sara, de 35 años y madre de cuatro hijos, quien en una de sus múltiples recaídas, fue llevada por su esposo al anexo grupo Alfa 1, un centro de autoayuda para la rehabilitación de alcohólicos y adictos a drogas en la Ciudad de México,
  • Llevaba tres semanas internada cuando llegó un paciente con alto grado de intoxicación que no paraba de gritar, pidiendo que lo dejaran salir de ese lugar.

Una noche, cuenta Sara, ‘los padrinos’ que cuidaban la casa —adictos recuperados que trabajan en el lugar— y otros internos, hartos de los gritos, lo golpearon y le introdujeron servilletas en la boca. El episodio terminó con la muerte de la persona y el cierre del lugar,

  1. El anexo pertenecía a un grupo de Alcohólicos Anónimos 24 horas, centros inspirados en el programa de AA que fundan adictos recuperados, donde ofrecen espacios para internar a otros enfermos y lograr la desintoxicación y rehabilitación.
  2. Aunque usan principios de AA como los 12 pasos, las 12 tradiciones, las juntas de desahogo, algunos incorporan también métodos poco convencionales como golpes, humillaciones, burlas y vejaciones,
  3. Parte de las actividades incluyen el aseo de las habitaciones, los baños y en algunos anexos, comen sopa con verdura echada a perder.
  4. Más allá de lo cuestionables o legales que puedan ser sus procedimientos, el grupo Alfa 1 atendía una demanda real, en ese caso, de 30 familias que buscaban una salida al problema de fármacodependencia o alcoholismo de alguno de sus miembros,
  5. “Estos centros surgen como respuesta a un problema, aunque muchos no cumplen con los principios de atención que dicta la norma oficial mexicana 028”, dice Juan Machin, director del Centro Cáritas de Formación, asociación que da capacitación en el tema de la farmacodependencia.
  6. Esos lugares y otros reconocidos por la autoridad que sí siguen los principios de la Norma para la Prevención, Tratamiento y Control de las Adicciones, se suman a las iniciativas del gobierno federal en este tema, que a decir de algunos entrevistados e involucrados en la materia, son insuficientes para atender un problema que experimenta crecimiento en su incidencia,
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Según la Encuesta Nacional de Adiccione s (ENA) el consumo de marihuana aumentó a tres millones de personas y en seis años la población que consume cocaína pasó de 1.2 a 2.4 millones de mexicanos; 750,000 son adictos a alguna sustancia, de ellos, sólo el 17% sigue algún tratamiento.

  • En gran medida estos centros responden a la incapacidad del gobierno para abordar el problema,
  • Pese a los malos tratos, los anexos brindan a muchos adictos la oportunidad de continuar con vida”, dice Daniel Hernández, director de Fundación Renace, centro para la rehabilitación de adicciones.
  • En su cruzada contra las drogas, el gobierno mexicano considera una prioridad atender y tratar las adicciones bajo el entendido de que son un problema social más que de criminalidad.

Dentro de sus políticas públicas realiza diversas acciones la mayoría enfocada a la prevención del problema.

  • Dichas actividades se focalizan en la Secretaria de Salud, a través de del Sistema Nacional del DIF (SNDIF), el Consejo Nacional contra las Adicciones, la Secretaría de Educación Pública y la Secretaría de Seguridad Pública.
  • Su contacto con la sociedad lo hacen a través de 310 unidades de especialidad médica, los Centros Nueva Vida, enfocados a la prevención y promoción de una vida sin drogas.
  • Junto con las 101 unidades de los Centros de Atención Juvenil (CIJ), organización de participación estatal mayoritaria y con más de 30 años de vida, conforman una red de atención para la prevención y tratamiento,

Ambos están dedicados a la prevención y los CIJ también al tratamiento a través de la consulta externa, 12 de ellos con la posibilidad de internamiento. Para tratamiento atiende a unas 86,000 pacientes y familiares. “Es poco el alcance porque necesitamos más infraestructura y un mayor presupuesto para atender a la totalidad de la población”, dice Alejandro Sánchez, director de Prevención de los CIJ.

Sí necesitamos más centros para hospitalización, quizá uno por entidad”, dice y agrega que el internamiento no es siempre necesario. Suficientes o no, lo cierto es que la sociedad ha respondido con sus propias soluciones a través de una amplia oferta. Según Sánchez, existen alrededor de 2000 centros de ayuda mutua, aunque existen cálculos de que en México hay unos 14,000 grupos de ayuda mutua o asociaciones que operan inspiradas en el programa AA y atienden gran diversidad de adicciones, bajo su sistema tradicional y de 24 horas.

Algunas clínicas, reconocidas por el Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic), son incluso usadas por el gobierno para canalizar a enfermos detectados en sus centros de prevención. Algunos podrían estar en peligro de cerrar. El secretario de Salud, José Cordova Villalobos, aseguró que este año y el próximo harían una revisión de todos los lugares que dan atención a adictos para asegurar que cumplen los estándares de calidad.

  • Hay una gran demanda de ellos, sería mejor que el gobierno los ayude a cumplir la norma mediante formación y capacitación”, dijo Juan Machín.
  • Los anexos o centros de autoayuda cobran cuotas que van desde las cooperaciones voluntarias hasta los 400 pesos (35 dólares) al mes.
  • Las clínicas privadas de desintoxicación cobran alrededor de 70,000 pesos en el mismo lapso (5,690 dólares).

El salario mínimo mensual en la zona centro de México es de 1,680 pesos (136.58 dólares). Es por ello que la población de escasos recursos acude a los centros de autoayuda en las zonas populares de los estados más afectados por las drogas, donde no se siguen las normas oficiales, por la falta de recursos, pero contienen el problema de adicción de jóvenes y adultos y se salvan vidas.
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¿Cómo es un anexo para Alcoholicos?

“Anexos” para adictos, “basurero social” Edith Meneses* La sociedad envía mensajes contradictorios: por un lado, consiente el cine comercial y la televisión que exaltan la adrenalina y el furor que causan el alcohol y las drogas (principalmente las sintéticas, asociadas a una vida de acción y emociones fuertes); y por otro lado reprueba las consecuencias públicas y privadas de su uso y abuso.

  1. La sociedad achaca al adicto ser la causa del drama de sus familias y del crimen, pues con el consumo de drogas se asocia la pérdida de valores fundamentales para el respeto de las leyes.
  2. Estas ideas que están presentes en el imaginario social se vuelven patentes en las legislaciones gubernamentales donde el trato hacia los adictos está tamizado en dos vertientes tratadas a conveniencia: una de salud y otra de estigmatización social.

En México el tema de las adicciones a sustancias sicoactivas (incluyendo el alcohol) es un problema de salud pública y de salud social grave, fuertemente imbricado que afecta a amplios sectores de la población. Las políticas de salud en materia de adiciones son principalmente preventivas (la Secretaría de Salud ni siquiera cuenta con centros de atención integrales contra las adicciones propiedad del Estado, sino que basa su esfuerzo en una serie de medidas preventivas tales como campañas, asesorías, cursos de capacitación y una serie de acciones dirigidas hacia grupos civiles que trabajan a favor de personas con adicciones) y actúan bajo un esquema que delega la atención y la rehabilitación de personas con este problema a ciertas instituciones de la sociedad civil.

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El tema es importante en la medida en que el Estado no se ha tomado la molestia de dotar de infraestructura a las diversas dependencias encargadas de la salud pública y de responsabilidad social; es síntoma de la discriminación estructural contra grupos que están al margen del acceso efectivo a derechos tan básicos como la salud.

Ante estos vacíos, la iniciativa privada ha remplazado al Estado para palear el flagelo mediante centros de rehabilitación supuestamente “regulados” por la Norma Oficial Mexicana 028 SSA2-2009, cuyo supuesto principal objetivo es “la reinserción social mediante la promoción de un mejor estilo de vida”.

Estos centros pueden ser profesionales (las principales instituciones profesionales en México debidamente acreditadas por la Secretaría de Salud y accesibles para las clases bajas son asociaciones civiles privadas que fungen como un órgano descentralizado de la dependencia y cobran una cuota por día de acuerdo con un examen socioeconómico que se le aplica a la familia y al paciente), con personal médico, sicológico y/o siquiátrico capacitado; no profesionales, con grupos de ayuda mutua; o mixtos.

Y todos pueden ofrecer tratamientos deambulatorios y/o de hospitalización (residenciales). Según la norma oficial, el ingreso y permanencia en estos centros de rehabilitación debe ser voluntario y en plena garantía del respeto a los derechos humanos, aunque también prevé el ingreso involuntario u obligado bajo prescripción médica y a solicitud de la autoridad competente y aviso obligado al Ministerio Público; a excepción de los centros de ayuda mutua, donde el ingreso y permanencia debe ser estrictamente voluntario (punto 5.3 y siguientes).

Sin embargo, en los últimos años ha aumentado alarmantemente el número de centros clandestinos. Éstos, más conocidos como granjas o anexos, no cuentan con los estándares mínimos de operatividad y existen marginalmente, pese al conocimiento documentado de las autoridades, como sitios de confinamiento a petición personal o familiar.

Las familias firman un supuesto acuerdo de conformidad para ingresar al adicto, pero es ilegal. Las familias, desesperadas y hartas de los problemas, recurren a centros de reclusión que ofrecen la “rehabilitación” del familiar, pero cuyo método es velada o abiertamente denigrante.

Violencia, maltrato e injusticia es la orden del día. Nadie sabe cuántos han muerto en un anexo, pero la familia te mete allí porque cree que es lo mejor para ti o porque ya no te soporta; te dice que tienes que aprender por las buenas o por las malas”, dice un individuo que narra su experiencia. Las personas que son ingresadas a estos centros algunas veces lo hacen voluntariamente pero, en la mayoría de los casos, lo hacen contra su voluntad, bajo coacción familiar.

Una vez en las granjas, los internos son sometidos a una nueva disciplina a través de insultos, golpes y malos tratos; en condiciones de hacinamiento, falta de higiene, latencia de enfermedades contagiosas, promiscuidad y, a veces, hasta explotación laboral.

Los anexos son llanamente centros de reclusión, donde se trata de encausar el comportamiento con métodos duros y el castigo físico es la norma. Dicen que son sucursales del infierno, Los adictos son sustraídos de sus vidas cotidianas, son encerrados contra su voluntad y de su comportamiento depende la benevolencia del “método de rehabilitación”.

En ocasiones se les niega el alimento o son golpeados, empapados con agua fría en la madrugada, humillados y sometidos a un régimen moral que les enseña que son malas personas. Muchas veces permanecen incomunicados y no se les permiten visitas. Este método, lejos de atenderlos como enfermos, los juzga como personas culpables de causar sufrimiento y ser una carga para la sociedad; les enseña que la sociedad los desprecia por lo que son y que la única manera de sobrevivir es el sometimiento.

  • El sometimiento continuo rompe con el amor propio y la confianza en sí mismo, hasta con la propia identidad y autonomía como sujeto.
  • Esta dinámica ha llevado a muchos al intento de fuga y a algunos incluso al suicidio.
  • Por ello también quien logra “rehabilitarse” depende tanto del grupo o de la religión, de cuya fe saca el valor del arrepentimiento, con lo que refuerza el estigma social de que se es mala persona.

Así, el anexo no es otra cosa que un basurero social donde se nulifica al individuo. Es revelador el siguiente testimonio: “Es lo peor que te puede pasar. No me siento más rehabilitado, sólo me siento humillado. Ya no puedo lograr mis objetivos, tengo miedo de todo porque te dicen que si abandonas la mecánica tienes cuatro destinos: recaer, la cárcel, el manicomio o ¡la tumba! Estoy harto de vivir así, mi vida no me gusta para nada; me es difícil no sentirme mal por lo que soy, por lo que tuve que vivir; me cambió completamente la vida al tener que depender del puto grupo ¡y no quiero!”.

El anexo, descuidado e impune, se construye bajo una falsa promesa de rehabilitación que oculta lo que realmente es: el lugar donde se esconde lo que la sociedad considera la basura social; lejos de la mirada de su doble moral. Esa moral que so pretexto de rehabilitar-sanar, en realidad castiga y deja una marca destructiva e indeleble en la persona que ahí se “atiende”.

*Responsable de Enlace y Comunicación de la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh) Fuente: Contralínea 351 / 9 al 15 septiembre de 2013 : “Anexos” para adictos, “basurero social”
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